Déjame gritar en poesía,
permite que estruje tu cuerpo
con las ansias de la ausencia.
Invítame a beberte
y embriagarme de tu inconsciencia.
Arrástrame los metros que quieras,
recuérdame dos horas antes
mientras golpeo tus rodillas.
Deja en el mar las ataduras de tu conciencia,
implora por la buena suerte
para encontrarnos en carne y no en letras.
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